Arremete el Sol traicionero contra
las costuras de la aurora
reflejadas en las lagrimas frescas de la mañana,
las costuras de la aurora
reflejadas en las lagrimas frescas de la mañana,
que sobre su manto verde se apilan
como hormigón armado para soportar un nuevo día
mientras acaba por clausurar
el infinito techo los rastrojos de estrellas,
que barridas del cielo acaban pereciendo
cogiendo la vez para próximas batallas.
Florece la tarde en tu lecho,
alegre tal como alondra con su propio canto ensimismada,
pareciendole que no le quedo otro remedio que auto alegrarse
antes de que las penas pintaran canas.
Destronaron atardeceres de tu sonrojar baldío,
por la quimera del que mucho llora poco riega,
para así hacer menester que la merienda
no fue fruto solo de una madre,
y diste tu rienda suelta a hacer de corazón tripas,
a cuando manda el hambre.
Pobre boceto ecuestre tallado del galopar
de las estrellas en un firmamento
que sin argumento, acuna a la noche la luna clara,
con temple despierto aunque el galopar de las horas
en la muñeca que aguanta el reloj,
de mirarlo haga llagas.